Un pequeño libro-objeto de arte
200 ejemplares numerados y firmados, que reproducen un cuaderno de dibujos a doble página, en tinta y marcadores.
Son 60 dibujos en blanco y negro, monocromos en azul y violeta, y un grupo en la paleta de los verdes, ocres y rosas.
Realizado entre 2022 y 2023, con la consigna de dibujar todos los días, sin reparar en errores, avanzar.
Comenzó en el Jardín Botánico y siguió en un viaje imaginario, mental.
Casi todos los días entre febrero de 2022 y julio de 2023 trabajé despreocupada y a la vez obsesivamente en este cuaderno. Despreocupada porque venía de otro proyecto, donde tenía la idea clara de hacer un pequeño libro objeto. Y a diferencia del anterior, acá el único plan era dibujar todas las hojas del cuaderno, siempre en doble página, unas tras otras, más livianamente, solo pensándolas como bocetos. Con marcadores y con una premisa de no cortar, corregir ni borrar. Si algo no salía, si aparecían las dudas o los problemas, tenían que quedar ahí. Nada catastrófico pasó, más allá de que como dijeron una vez en casa tengo tendencia al “findelmundismo”. Al contrario, se fue armando un camino. El resultado es este viaje que sale del Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires y va hacia un campo mental, imaginado, y cierra con el calor de las noches de verano.
Leí que un artista dijo que el arte puede ser como la naturaleza, porque no se trata tanto de las emociones que provoca, sino de algo anterior: de la energía que mueve. Y que podría haber arte en producir una belleza serena, cuando a la vez es incomprensible.
Sin saberlo, hace tiempo que me uní a esa búsqueda.
Como en general en los cuadros y en las muestras de arte no hay mucho espacio para escribir notas personales, quiero en este cuaderno darle lugar a agradecer.
Hace unos días en una entrevista un cineasta decía que para crear hay que escuchar la voz interior de cada uno, pero para eso, es necesario prestar mucha atención: porque esa voz es muy persistente, pero no grita. Suele hablarnos apenas como en un susurro.
La voz que me lleva a dibujar y pintar me acompañó toda la vida, pero en el camino quedó algunas temporadas debajo del ruido. Por eso, quiero agradecer especialmente a todos los que me ayudan a rescatarla, darle tiempo y perseverar. Para seguir buscando eso que siento que siempre va a ser incierto, pero que también sé que en algún lugar está y que puede aparecer cuando dibujo y pinto.
A Marina Curci, Teresa Durmüller, Matías Ercole. A Rosinés Monner Sans y Eva García. A Marta Aróstegui. A mis compañeros del Taller CDE y Bosque Taller. A Janine Smirnoff. A Linda y la Galería Mar Dulce. A Guada de Casa Márquez. A Melina Furman. A Eilat Jelin, Adela Saenz Cavia, Emiliano Chamorro e Inés Lifschitz, Teresa Piti Perez Alati, Sebastián Campanario, Inés Castro Almeyra, Malena Higashi, Mercedes Korín, Gustavo Avebuj y Mariela Ivanier, Oscar Ghillone, Lito Cohen Sabban y Laura Gubbay, Carmen Hernaez, Marcela Smetanka y Gerry Garbulsky, Carina de Felice y Adrián Kohan, Carola Birgin y Laura Benbenaste, Guillermina Grinbaum y Gustavo Pomenarec, Gaby Miasik y Sergio Feferovich, A Cynthia Frenkel y Santiago Bilinkis, Jimena Jiterman y Julieta Jiterman, Hache Merpert y Melina Masnatta, Florencia Polimeni y Esteban Brennan, Pablo Lewin, Clara Baldinú y Pichón Baldinú, Diego Golombek, Celeste Beczkowski, Belén Cisneros, Lila Goldenberg, Raquel Gabriel, Gabriela Urman. A María Victoria Paz. A Sebastián Rosenfeld y Gabriela Fuster, Natalio Cosoy, Ricardo Dawson y Marcos Icardi. A Tamara Apter, Ana Paixao y Paula Domeniconi. A Carola Rabuffetti, Matías Bianchi y Ezequiel Torres. A Gisela Waldman, Andrea Caldararo, Laura Chemi, Graciela Cejas, Lula Forni, Gabriela Lavazza, Gabriela Halac, Gabriela Fernández, Lucila Nirenstein, Silvia Haritchabalet. A Cecilia Alcalde, Bárbara Blaser, Sabrina Zylber. A Paola Quirini, Catalina Gastellu, Silvina Mazaira. A Belén Salvador y Alejandro Anderlic. A Miguel Giménez Zapiola, Gabriela Pagani, Kiki Faure, Juan Labaqui, Pato Borda, Diego Campal, Alejandra Brandolini y Clara Torres Agasti. A Eduardo Sallenave. A Rafael Sandor. A Patricia Sclocco, Victoria Suárez, Valeria Pasmanter, Jessica Rozembaum, Mariana Schmukler, Marcela Czarny. A Mario Braga, Diego Zeballos y María Martínez. A mis queridos socios de la vida Karina Riera, Matías Alurralde y Paula Ruiz. Laura Moyano, Mariana Martin, Mariana Garavaglia, Agustina Mikulka, Ángel Giménez. A Beatriz Palmieri y Bibiana Gejlichen. A Betty Jungman y Raúl Saroka. A Mónica Leung. A Valeria Garber, Cristina, Coqui y Gabriela Parlapiano. A Ana y Andrea Crespo. A Silvina Jamilis, Cyntia Jamilis, Andrés Wilson y Martha Linetzky. A Berta Manticow de Sola. A Alicia Jasper, Daniel Portela, Marina Portela, Sergio Godoy, Andrés Portela, Camila Capato y Patricia Portela. A mi hermano Nicolás Jasper, Mecha Martínez, Santiago y Gonzalo Jasper y a mi papá Héctor “Chacho” Jasper que fue el primero en colgar con orgullo mis dibujos en su laboratorio del Hospital de Niños. A mi tía abuela Chiquita Sevlever y a mamá. A Lucas Jamilis, Matías Jamilis y Pablo Jamilis.